domingo, 22 de enero de 2017

(Y después va el punto.)

Olvidé rápido los besos 
que recorrían mi piel hace unas horas
Mientras me lamentaba porque nuestro idilio 
no fuera recreable.

Cerilla que ardió 
con la fuerza para acabarse. 
Ahora raspo un palo contra las rocas, 
por si hubiera suerte, 
insistiendo, aunque en el fondo sepa 
que tú eras la pólvora.

 Pero, de la aleatoriedad de tu existencia,
 Insisto en tirar los dados 
por si se repitiera la jugada, 
confundiendo la velocidad de nuestro encuentro 
con la casualidad ordinaria 
de la unión de cuerpos. 

Alterno entre obsesiones 
porque no se vivir sin desperfectos, 
mientras me obsceco 
en el desesperado intento 
de darte celos.

 tironeando a tu manga: mis sentimientos,
-aquellos que estarían bien callados-
para ver si queda algo de lo nuestro
-el nuestro que nunca llego a ser algo-,
Reclamando un tiempo como mío 
que nunca se me había dado.

Pero ya está, 
por mucho que le grite al fuego, se ha pagado
en un rencor que nació 
para tapar al miedo por el rechazo. 
Y quizá puedan -o no-
 lanzarse al viento las cenizas,
pero he agotado mi insistencia.

 La razón sabía bien que rentaba un corazón callado, 
y aunque los sentimientos hablan
 es hora de mirar para otro lado.
 Se me agotó el tiempo de esperar a que me miren.
Entre estas letras se diluye 
mi último reclamo.

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